Una Persona Despierta
Una persona despierta realmente no intenta cambiar a nadie. Se vuelve tranquila. Tiene paz. Trabaja en sí misma. Observa sus pensamientos, observa sus acciones y se observa a sí misma cuando se enoja, cuando se deprime, cuando siente celos y envidia, y todo lo demás. Porque, aunque esté despierta, nunca ha dejado de ser humana.
Poco a poco, llega a reconocer: “Esto no soy yo. Esto es una ilusión, esto es una mentira, esto no es lo que quiero.” Entonces, se transforma para cambiar la energía de lo que desea atraer. Se vuelve libre, y ya no le importa lo que los demás piensen, sientan o digan de ella. No se compara con nadie. No compite con nadie. Simplemente se observa a sí misma. Nunca va por ahí creyendo: “Soy la realidad absoluta”, más bien habla con el ejemplo, porque sabe bien de dónde viene y deja a los demás que experimenten su vida en paz.
Una persona despierta sabe que la clave de todo es volver a unir el TODO dentro de sí misma. Entonces, la mente descansa en el corazón, y ya no busca identificarse con el mundo exterior, porque fue hacia adentro y se identificó con el Universo. Comprendió que despertar no es solo abrir los ojos, sino abrir la mente y el corazón, para llenarse de todo aquello que bendice e ilumina su alma.
Ir hacia adentro es donde encontré todas las respuestas que busqué en tantos talleres, cursos y libros.
Al final de mis días, encontré la paz. Sin embargo, mis experiencias no te servirán más que como un guion, una guía, solo eso.
Todo ser humano desea ser feliz. Pero, ¿qué es ser feliz? Yo encontré la felicidad en el servicio al prójimo.
Navegué por muchos caminos, hasta que comprendí que lo material era una felicidad pasajera, una ilusión. Después de tenerlo, quería más. Era como alimentar algo invisible que, poco a poco, me devoraba.
Mientras escribo, pienso en todos esos seres humanos —hermanos maravillosos— enganchados a una adicción. Buscan llenar ese vacío con espejismos, ignorando que dentro de ellos está todo lo que necesitan para poder ser felices.
