El Amor de Dios Sabe Esperar
El amor es y será siempre el motivo de la búsqueda constante de Dios para restablecer el diálogo con el hombre extraviado.
Un amor que no se cansa y que sabe esperar; un amor que no se deja vencer, ni se deja ganar por la soberbia del corazón del hombre. Un amor que todos los días sale al encuentro del hombre, aunque éste no haya cumplido la cita porque un enemigo suyo le robó el amor que Dios sembró en su corazón cuando salió de sus manos creadoras.
El amor de Dios se metió en la historia del hombre para darle sentido y sabor. Nuestra historia, si no está inspirada y movida por el amor de Dios, es una historia vacía, monótona y rutinaria. Es una historia sin cuerpo, sin calor y sin espíritu porque le falta el fuego del amor de Dios; que es un amor genuino, exquisito y exclusivo que penetra solo en quién dispone su corazón como lo hizo María.
Solo el amor de Dios que nos creó puede sacarnos de ese vacío profundo y de ese sinsentido en el que hemos caído por incumplir la cita con nuestro Dios.
El amor de Dios es inquebrantable y sabe esperar.
“NO SABEÍS NI EL DÍA NI LA HORA”
