Enseñar a los Niños a Ganar y Perder
Cuando jugamos con los niños, a menudo los adultos les dejamos ganar. Al principio, lo hacemos con la mejor intención: para estimularlos, para que se diviertan y para que se sientan importantes. Sin embargo, con el tiempo, los niños se acostumbran a ganar, y descubrimos que lo que hacíamos para evitarles la frustración de perder es lo que ahora alimenta sus frustraciones.
Ganar Supone Hacer un Esfuerzo
A todos nos gusta ganar, pero vivimos en una sociedad extremadamente competitiva, donde estamos compitiendo constantemente. No siempre podemos ser los ganadores, y los niños, aunque no lo entienden completamente, perciben esa competitividad en todo lo que les rodea.
Lo peor es que esta competitividad también les afecta, aunque no queramos. Por eso, es crucial que empiecen cuanto antes a valorar los triunfos, no como una manera de imponerse ante los demás, sino como una forma de superación personal. Para lograrlo, cuando ganen, aunque les dejemos hacerlo, debemos estimularlos a que se esfuercen cada vez más y disfrutar con ellos de su logro. Pero, en lugar de enfocarnos en ser los mejores, debemos celebrar el hecho de que se han superado a sí mismos.
Perder es una Oportunidad para Mejorar
Perder es una oportunidad para superarse a uno mismo, para aprender y mejorar, además de un medio para conocerse mejor. Sin embargo, a los niños, perder les genera mucha frustración. Aprender a superar esa frustración forma parte de su educación.
Para ayudarles a afrontar estos pequeños fracasos, es importante que los adultos controlen en qué medida no les dejamos ganar. Una manera de hacerlo es no dejarles ganar cuando notemos que no se están esforzando lo suficiente o cuando creemos que pueden dar más de sí mismos. También es esencial dosificar esto, permitiéndoles disfrutar del triunfo de vez en cuando. Al sentir el éxito, un niño querrá más y se esforzará para volver a experimentarlo.
Rabietas cuando Pierden
Es normal que los niños se enfaden cuando pierden, especialmente cuando empiezan a experimentar la sensación de ganar. La mayoría de los padres deben enfrentarse a esta situación, y es importante abordarla con calma.
Lo mejor es intentar calmar al niño y dejar el juego hasta que se tranquilice, o incluso posponerlo hasta otro día. Otra opción es cambiar de juego a uno más sencillo en el que el niño pueda ganar por sí mismo, siempre y cuando logre el éxito por sus propios méritos. Esto le permitirá volver a experimentar la satisfacción de ganar.
Conclusión
Enseñar a los niños a ganar y perder de manera saludable es un aspecto fundamental de su educación emocional. Es importante que aprendan a valorar el esfuerzo, a superarse a sí mismos y a manejar la frustración de la derrota, todo mientras disfrutan del proceso de aprendizaje.