Nuestros Hábitos
Seguramente todos conocemos el concepto de hábito. Pero para comprender cómo funcionan los hábitos, debemos primero entender un concepto clave: la MENTE y el CUERPO pertenecen al mismo sistema, interactúan e influyen mutuamente.
Este enfoque derriba el viejo paradigma de la medicina, que durante años se enfocó en estudiar la mente y el cuerpo por separado. Gracias a los avances de la Neurociencia, hoy podemos afirmar que si no tratamos la enfermedad de forma conjunta, es decir, MENTE y CUERPO, el medicamento administrado solo aliviará los síntomas, actuando solo sobre el 30% de la enfermedad. El otro 70% debe ser tratado a nivel neurológico.
El cerebro es la farmacia de nuestro cuerpo, genera hormonas y neurotransmisores que actúan como barreras frente a enfermedades y estimulan el sistema inmunológico. Este es un aspecto fundamental en el tratamiento de cualquier enfermedad.
Otro dato importante es que una parte del cerebro, la más antigua, siempre nos guía a evitar el dolor y buscar el placer. Esta programación instintiva de supervivencia es la que nos mantiene vivos sin tener que pensarlo.
La fórmula de los hábitos
Pasemos a hablar de los hábitos. ¿Cuál es la fórmula que compone un hábito? Lo primero que encontramos es el ESTÍMULO.
¿Cuáles pueden ser los estímulos? Una palabra, un pensamiento, una experiencia... Existen muchos tipos de estímulos. Estos son procesados por nuestro cerebro, que a su vez dispara una ACCIÓN para obtener algo, lo cual nos lleva a la RECOMPENSA.
Si esta acción se repite durante un tiempo prolongado, se convierte en un hábito.
¿Son los hábitos buenos o malos?
Los hábitos no son ni buenos ni malos, son necesarios. Los hábitos son una capacidad de nuestro cerebro que facilita nuestras vidas. Por ejemplo, imaginen que después de aprender a conducir un automóvil, cada vez que nos subiéramos a él, tuviéramos que aprender a conducir de nuevo. ¡Sería inimaginable!
Este es solo uno de los miles de ejemplos de cómo los hábitos son necesarios y cómo funcionan como un "súper poder".
Clasificación de los hábitos
Los hábitos pueden clasificarse como FUNCIONALES (para nuestra vida) o DISFUNCIONALES.
¿Cuándo un hábito es disfuncional?
Un hábito se vuelve disfuncional cuando altera nuestro ritmo de vida habitual o el de nuestro entorno. Todo hábito tiene una intención positiva para nosotros. Por ejemplo, si le preguntas a una persona que fuma por qué lo hace, probablemente te diga: "porque me tranquiliza" o "me ayuda a pensar".
La intención positiva es la que justifica la recompensa, y es en este punto donde se forma un círculo difícil de abandonar. La recompensa refuerza la conducta, y esta refuerza el hábito.
Un ejemplo claro
Un ejemplo claro es la cantidad de personas que comienzan una dieta y abandonan al poco tiempo. Esto se debe a que las dietas se enfocan únicamente en la disminución o prohibición de algunos alimentos, lo cual representa para nuestro cerebro dolor. Para cambiar un hábito, es necesario descubrir cómo este nos genera placer y qué recompensa obtenemos. A partir de ahí, buscaremos otro hábito que nos brinde una recompensa igual o mayor.
La importancia de los hábitos en nuestra vida
De nuestros hábitos depende nuestra:
- Salud mental
- Salud corporal
- Salud emocional
Por eso, es fundamental cuidar nuestros hábitos, ya que son una parte esencial de nuestras vidas.