Poniendo límites al mal comportamiento. Milena González
Llega un momento en que cada progenitor tiene que plantearse cuál es la mejor manera de disciplinar a su hijo. Ya sea que nos enfrentemos a un bebé gritón o a un adolescente furioso, puede resultar difícil controlar nuestro temperamento. A ningún progenitor le gusta verse en ese tipo de situaciones y, desde luego, los gritos y la violencia nunca ayudan.
No Hay Niños Malos, Solo Mal Comportamiento
Las pruebas son inequívocas: gritar y pegar nunca da buen resultado, y a largo plazo puede empeorar las cosas en lugar de solucionarlas. Pegar y gritarle con frecuencia a un niño puede incluso afectarle adversamente durante toda su vida. El “estrés tóxico” continuo que estas situaciones generan puede derivar en una serie de consecuencias negativas como el abandono escolar, la depresión, el abuso de drogas, el suicidio y enfermedades cardíacas.
“Es como si dijéramos, toma esta medicina; no te va a ayudar y te va a enfermar”, dice la profesora Cluver. “Cuando sabemos que algo no funciona, es un motivo suficiente para buscar un método distinto”.
¿Por Qué Emplear la Disciplina Positiva?
El enfoque de la disciplina positiva, en lugar de centrarse en el castigo y en lo que no se debe hacer, pone el énfasis en generar una relación saludable con tu hijo y en fijar expectativas referidas al comportamiento. La buena noticia para todos los progenitores es que es un método que funciona. Y así es como puedes comenzar a ponerlo en práctica:
1. Planifica Tiempo a Solas con Tu Hijo
Para forjar una buena relación con cualquier persona es importante pasar tiempo a solas con ella; cuanto más si se trata de tu hijo. Dedícale 20 minutos al día, incluso 5 minutos al día, tal vez aprovechando otras actividades que realizan juntos; por ejemplo, pueden cantar una canción mientras lavan los platos, o conversar mientras tienden la ropa. Lo que de verdad importa es que te centres en tu hijo. Así que apaga la televisión, apaga el teléfono, ponte a su nivel; solos tu hijo y tú.
2. Elogia a Tu Hijo por las Cosas que Hace Bien
Los progenitores a menudo nos centramos en el mal comportamiento de nuestros hijos y les reprendemos. Los niños pueden ver en esto un modo de atraer tu atención, con lo cual, en lugar de poner fin a la mala conducta, hacemos que se perpetúe.
A los niños les encanta que les elogien. Les hace sentirse amados y especiales. Presta atención a cuando tu hijo hace algo bien y felicítale, aunque solo sea por haber jugado con su hermano/a durante cinco minutos.
3. Establece Expectativas Claras
Cuando le pides a un niño que no sea desordenado, o que sea bueno, él no necesariamente entiende lo que tiene que hacer. Si le das instrucciones concretas como “por favor, recoge todos tus juguetes y ponlos en la caja”, estableces unas expectativas claras y es más probable que el niño haga lo que le pides.
“Pero es importante fijar expectativas realistas. Tú sabes lo que tu hijo es capaz de hacer. Si le pides lo imposible, no lo conseguirá.
4. Distrae a Tu Hijo Creativamente
Cuando tu hijo se ponga difícil, una estrategia útil puede ser distraerle con una actividad más positiva. Cuando distraes la atención del niño hacia otra cosa, por ejemplo, cambiando de tema, iniciando un juego, llevándole a otra habitación o saliendo a dar un paseo, puedes conseguir desviar su energía hacia un comportamiento positivo.
Elegir el momento oportuno es también fundamental, pues parte de la distracción consiste en darse cuenta cuándo una situación está a punto de ir mal, y actuar. Ser consciente de que tu hijo comienza a ponerse nervioso, irritable o molesto, o de que dos hermanos quieren el mismo juguete, puede ayudar a disipar una posible crisis antes de que estalle.
5. Exponer con Calma las Consecuencias
Parte de nuestro crecimiento consiste en aprender que lo que hacemos puede traer consecuencias. Explicarle esto a tu hijo es un proceso sencillo que le animará a comportarse bien, a la vez que aprende sobre la responsabilidad.
Dale a tu hijo la oportunidad de hacer lo correcto explicándole las consecuencias que puede tener su mal comportamiento. Por ejemplo, si quieres que tu hijo deje de pintar en las paredes, puedes decirle que si no para, vas a poner fin a su tiempo de juego. De este modo le estás advirtiendo y le estás dando la oportunidad de cambiar su conducta.
Si persiste en su conducta, prosigue con las consecuencias tranquilamente y sin mostrar enojo; y felicítate si lo consigues, ¡porque no es nada fácil!
Si deja de pintar garabatos, cólmale de elogios. Lo que estás haciendo es crear un ciclo de retroalimentación positiva para tu hijo. Está demostrado que exponer con calma a los niños las consecuencias de sus actos es un método muy eficaz para que aprendan sobre lo que ocurre cuando se portan mal.