Los beneficios de tener niveles más altos de ácidos omega-3 Salud
Podemos incrementar nuestra esperanza de vida en casi cinco años, según un estudio.
Las autoridades sanitarias recomiendan comer dos veces a la semana pescado azul (salmón, boquerón o sardina) por los beneficios en la salud de los ácidos omega-3. Incluir estos alimentos en nuestra dieta puede tener más beneficios de los que pensamos. Por ejemplo, alargar nuestra esperanza de vida.
Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona, en colaboración con The Fatty Acid Research Institute de los Estados Unidos y diversas universidades estadounidenses y canadienses. Según los resultados de su investigación, tener niveles más altos de ácidos omega-3 en sangre incrementa la esperanza de vida en casi cinco años. Además, estos marcadores son tan buenos predictores de mortalidad por cualquier causa como el tabaquismo.
Cinco años de esperanza de vida
El trabajo, que publica The American Journal of Clinical Nutrition, ha utilizado datos de un grupo de estudio de larga duración, que sigue a residentes en esta localidad del estado de Massachusetts, en los Estados Unidos desde el año 1971. Se analizaron los niveles de ácidos grasos presentes en la sangre de 2.240 personas de más de 65 años, a las cuales se siguió una media de 11 años.
Los investigadores han visto que los niveles de omega-3 en los eritrocitos de la sangre (conocidos como glóbulos rojos) cumplen muy bien la función de predictores de riesgo de mortalidad.
Así, el estudio concluye que “tener unos niveles más altos de estos ácidos en sangre, como resultado de incluir pescado azul en la dieta regular, incrementa la esperanza de vida en casi cinco años”, según señala el investigador del IMIM y firmante del trabajo, Aleix Sala-Vila. Por contra, “ser fumador habitual te quita 4,7 años de vida, lo mismo que ganas si tienes niveles altos de ácidos omega-3 en la sangre”, añade.
Salmón, boquerón o sardina
A partir de estos resultados, se puede avanzar en una personalización de las recomendaciones dietéticas, en función de las concentraciones en sangre de los diferentes tipos de ácidos grasos. “Lo que hemos visto no es menor, y refuerza la idea que los pequeños cambios en la dieta en la dirección adecuada pueden tener un efecto mucho más potente de lo que creemos, y nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para hacerlo”, explica el autor.

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