La leyenda de la colina de Wawel
Uno de los sitios más importantes de la ciudad de Cracovia y, de hecho, también de toda Polonia, es la colina de Wawel. En ella se pueden encontrar tanto el castillo real como la conocida popularmente como Catedral de Wawel (aunque su nombre completo es Catedral Basílica de San Estanislao y San Wenceslao), la cual se configura como el auténtico centro religioso de todo el país. Cabe resaltar también que durante muchos siglos, además, fue en este punto donde se concentró todo el poder polaco, tanto si hablamos de la monarquía como si lo hacemos de la cumbre eclesiástica.
En este sentido, parece que ciertos datos arqueológicos habrían confirmado incluso que pudo haber un asentamiento humano en este lugar durante la Edad de Piedra y, como no podía ser de otro modo en torno a un sitio tan importante para la historia de un país, el misterio que lo rodea es de lo más interesante.
Cuenta una antigua y muy conocida leyenda polaca que Krakus, el gobernador de la zona, fundó el poblado sobre lo que era la cueva de un peligroso dragón. Un buen número de caballeros se habían enfrentado anteriormente a este dragón sin éxito y habían dejado su vida en ello.
Ante tantas muertes y frustración, se dice que finalmente fue un zapatero, de nombre Dratewka, quien decidió idear un plan para poder dar muerte al monstruo. Como era obvio que el dragón era mucho más fuerte que cualquier humano, Dratewka echó mano de la maña y pensó la siguiente estratagema: le daría de comer una oveja rellena de azufre al hambriento dragón y, cuando este se estuviera muriendo de sed, le ofrecería agua del río Vístula.
Efectivamente, todo ocurrió según lo previsto y, cuando el dragón acabó de beber, estalló. De este modo, los habitantes de Wawel ya pudieron vivir tranquilos.