La Unidad de la Raza Humana
La unidad de la raza humana, tal como es concebida por Bahá’u’lláh, implica el establecimiento de una mancomunidad mundial en la que todas las naciones, razas, creencias y clases estén estrecha y permanentemente unidas, y en la que la autonomía de sus Estados miembros, así como la libertad personal y la iniciativa de los individuos, estén definitiva y completamente resguardadas.
Esta mancomunidad, en la medida en que podemos imaginarla, debe estar compuesta por un cuerpo legislativo mundial cuyos miembros, en calidad de representantes de toda la humanidad, controlarán en última instancia los recursos de todas las naciones integrantes y promulgarán las leyes necesarias para regular la vida, satisfacer las necesidades y ajustar las relaciones de todas las razas y pueblos.
Un poder ejecutivo mundial, respaldado por una fuerza internacional, se encargará de ejecutar las decisiones de ese cuerpo legislativo y de aplicar las leyes establecidas, protegiendo así la unidad orgánica de toda la mancomunidad. Un tribunal mundial emitirá veredictos obligatorios y finales sobre las disputas entre los diversos componentes de este sistema universal.
Además, se creará un sistema de intercomunicación mundial que abarque el planeta entero, libre de trabas y restricciones nacionales, funcionando con maravillosa rapidez y regularidad. Una metrópolis mundial servirá como centro neurálgico de una civilización global, donde convergerán y se difundirán las fuerzas unificadoras y energizantes de la vida.
Un idioma mundial, ya sea inventado o seleccionado de entre los idiomas existentes, será enseñado en las escuelas de todas las naciones federadas como complemento del idioma materno. También se adoptarán una escritura mundial, una literatura universal, y un sistema monetario y de pesas y medidas uniforme, simplificando así el intercambio y entendimiento entre las naciones y razas de la humanidad.
En esta sociedad global, la ciencia y la religión, como dos fuerzas fundamentales de la vida humana, se reconciliarán, cooperarán y evolucionarán en armonía. La prensa, bajo este sistema, brindará plena libertad a la expresión de los diversos puntos de vista y convicciones, y será liberada de manipulaciones malintencionadas por intereses privados o públicos, así como de la influencia de gobiernos y pueblos en conflicto.
Los recursos económicos del mundo serán organizados, sus materias primas explotadas y utilizadas eficientemente, sus mercados coordinados y desarrollados, y la distribución de sus productos será equitativa y regulada.