La Persistencia: ¡Un Factor de Cambio Enfocado en el Bien!
Bien, gracias por continuar la lectura.
Cuando escuchas que la pobreza genera la fuerza y la riqueza la debilidad, tómalo en serio. Es una realidad que puede afectar a ti y a los tuyos. Siempre busca fortalecer los eslabones débiles para que tus generaciones sean fuertes y transmitan esa fortaleza a las nuevas generaciones. Así podrás aplacar los efectos de la soberbia y el orgullo que el dinero o un mal sentimiento puede traer consigo.
Mi madre es una mujer extraordinaria. Fue abandonada por su madre al ser rechazada por su padre en sus primeros dos meses de vida, pero acogida por su abuela, a quien de ahora en adelante denominaremos mamá. Ella era una mujer que, sin educación formal, cuidó y protegió a sus hijos. Se dedicaba al comercio informal para llevar el pan a casa, algunos días había y otros no; eran muchos y no podía sola con la carga. Pero, como una leona, protegía y enseñaba lecciones de moral y buenas costumbres. Aunque no contaba con las palabras más versadas, sus palabras eran de corazón y propicias para proteger a los suyos.
Entre esas maravillosas lecciones de vida, mi abuela enseñó a mi madre que debía superarse por su cuenta. Cuando mi madre era niña, un día preguntó: "¿Mamá, y yo cuándo iré a la escuela?" Esta pequeña frase, repetida con insistencia, cambió su vida y la de todas las generaciones que de ella se desprendieron. Mi abuela no tenía la capacidad económica para enviarla a la escuela, ya que representaba un gasto que no podía afrontar. Pero, debido a su insistencia y ruegos, la ingresó. Esto no significó que debía abandonar sus responsabilidades en casa, sino que debía madrugar, dejar todo listo y luego ir a la escuela. A veces regresaba con el estómago vacío y sin fuego encendido, lo que significaba terminar las tareas y dormir de hambre esperando que al día siguiente hubiera algo de comer. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, ninguno de sus hermanos y hermanas tomó un mal camino. Al crecer, los que conseguían trabajo apoyaban el hogar y los que se casaban salían, permitiendo así un poco más de estabilidad. Cada uno, a pesar de sus desafíos, llegó a ser universitario, paramédico, enfermera, ingeniero, maestro o secretaria, con vidas cómodas, quizás no con riquezas extremas, pero sí con familias fuertes y de buenos principios.
Las siguientes generaciones ya no sufren de hambre ni de trabajos pesados. Sus padres proveen lo necesario y los apoyan incluso después de formar sus propias familias, para que tengan futuros más prometedores. Algunos han sido reconocidos por gobiernos extranjeros por sus talentos y excelencias académicas. Ahora, 5 a 7 generaciones en el futuro, son universitarios con maestrías y doctorados, criando familias fundamentadas en valores como la fe en Cristo, la honradez y las buenas costumbres, dejando a un lado el orgullo y las malas prácticas que sumen a nuestros países en corrupción y desrespeto a la ley.
Doy gracias hoy por ser fruto de una generación de valores y por poder transmitirlos a mis futuras generaciones. El dinero no compra la felicidad, pero sí puede servir para hacer la vida de otros a través del servicio algo mejor. Siempre ayuda, sirve a tu prójimo y da gracias por ser lo que eres. Si necesitas cambiar, tú puedes marcar la diferencia si tienes la valentía de hacerlo.
