LA ERMITA DE LA VIRGEN DE VALME
La Ermita de la Virgen de Valme se encuentra en el barrio sevillano de Bellavista, al sur de la capital hispalense y a un salto del término municipal de Dos Hermanas. Según la leyenda, el origen de esta ermita se remonta al siglo XIII. Cumpliendo su promesa, el rey Fernando III, el Santo, tras la conquista de la ciudad, ordenó construir en el cerro de Cuarto, también conocido como de Buenavista, una capilla de estilo mudéjar. En ella colocó la imagen de la Virgen y a sus pies el pendón del rey moro. En la actualidad, tanto la Virgen como el pendón se encuentran en la Parroquia de Santa María Magdalena, en Dos Hermanas.
La leyenda cuenta que, estando las tropas apostadas sitiando Sevilla, la escasez de agua potable se hizo notar. San Fernando imploró a la Señora con estas palabras: "Valedme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda el pendón que a los enemigos de Castilla y a nuestra Fe conquiste". La leyenda añade que mandó al maestre Pelay Pérez Correa a clavar su espada en el suelo, y de ella emanó agua al instante para calmar la sed de sus tropas y caballos. En la realidad, a poca distancia de donde se encuentra la ermita, existe un barrio, ya término municipal de Dos Hermanas, llamado Fuente del Rey, donde hay un manantial subterráneo que forma una pequeña laguna.
En un principio, la ermita debió ser pequeña y sencilla, casi un oratorio, exclusivamente para albergar a la imagen gótica invocada por San Fernando, que recibió el nombre de Valme, en recuerdo de la súplica del monarca.
Poco después, se le fueron agregando nuevas construcciones que sirvieron para albergar al santero y a los peregrinos que llegaban para venerar a la Santísima Virgen, especialmente en las fechas de su fiesta, que por entonces se celebraba el segundo día de la Pascua de Pentecostés. A través de los anales de Sevilla recogidos por Diego Ortíz de Zúñiga, se menciona que junto a la ermita existía la casa y molino de pólvora donde el Rey Santo tuvo sus alojamientos. El día 27 de octubre de 1667, a las cuatro de la tarde, dicha casa salió volando como consecuencia de una explosión, y con ello, la ermita también quedó totalmente en ruinas. En los años siguientes, se procedió a su reconstrucción con mayor amplitud que la original.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, se realizaron obras de mejora y ampliación de la ermita, sufragadas por la familia Rivas.
En el año 1800, como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla, la Virgen de Valme fue trasladada en rogativa a la localidad de Dos Hermanas. La ermita sufrió un periodo de abandono y declive, llegando a la más absoluta ruina. La novelista de origen alemán y afincada en Sevilla, Celia Böhl de Faber (conocida con el seudónimo de Fernán Caballero), a través de su novela "La familia de Alvareda", describe el estado de abandono y ruina en que se encontraba la ermita. Esta novela fue leída por los Duques de Montpensier, Antonio de Orleans (hijo del Rey de Francia) y María Luisa Fernanda (hermana de la Reina Isabel II), quienes tenían una amistad con la autora. Mostraron su interés para que se volviera a dar culto a la Virgen en su capilla. Por ello, el 30 de mayo de 1859, y como agradecimiento por el nacimiento de su hijo Fernando, en honor al rey Santo, decidieron patrocinar las obras de restauración.
El proyecto de restauración fue realizado por Balbino Marrón, arquitecto municipal y amigo de la familia, comenzando en junio y finalizando el 24 de septiembre de 1859. En el proceso de restauración intervinieron artistas del círculo de los Montpensier, como los pintores Cabral Bejarano y Juan Lizasoaín, y el arquitecto José María Ríos, colaborador de Marrón.
El 9 de octubre de 1859, la Virgen regresó desde la Parroquia de Dos Hermanas hasta la ermita, siendo bendecida ese día por el Cardenal-Arzobispo de Sevilla, monseñor Manuel Luis Tarascón. Durante los siguientes diez años, la Virgen recibió culto en la ermita, como así lo dispusieron los duques, sufragando los gastos que ello conllevaba e incluso los gastos de la capellanía, que fue ostentada por el sacerdote José María Ruiz y García.
Como consecuencia de los hechos revolucionarios acaecidos en 1868, ante el miedo de que la ermita pudiera ser destruida de nuevo, el pueblo de Dos Hermanas decidió llevar a la Virgen nuevamente a esta localidad. El traslado se realizó un año después, permaneciendo desde entonces y hasta nuestros días en la capilla sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena.
El poeta Lamarque de Novoa promovió obras de mejora en la ermita e impulsó su recuperación como lugar de culto público. Para ello, fomentó el nacimiento y la realización de una romería anual que llevara a la Virgen a la ermita. La primera Romería de Valme se realizó en 1894.
La ermita tiene planta de una sola nave, con techumbre de madera a dos aguas y una pequeña sacristía adosada al templo. El estilo es neomudéjar y destaca del exterior el aljímez sobre la puerta de entrada, con dos arcos de herradura que enmarcan la vidriera con el escudo de la hermandad. Una airosa espadaña corona la fachada principal, bajo la cual abren, a ambos lados, unas almenas escalonadas. En el interior destaca su retablo dorado, de estilo rococó, fechado en 1788 y de autor desconocido.