Hace cien años, Bahá'u'lláh, Fundador de la Fe Bahá'í,
Hace cien años, Bahá'u'lláh, Fundador de la Fe Bahá'í, anunció en lenguaje claro e inequívoco a los reyes y gobernantes del mundo, a sus dirigentes religiosos y a la humanidad en general que la era de paz y hermandad, prometida desde hace tanto tiempo, había llegado. Él Mismo era el Portador del nuevo mensaje y del poder de Dios, destinados a transformar el sistema vigente de antagonismo y enemistad entre los hombres y crear el espíritu y la forma del orden mundial predestinado.
En aquel tiempo, el esplendor y la pompa de los monarcas reflejaban el amplio poder que ejercían, en su mayoría de forma autocrática, sobre la mayor parte de la Tierra. Bahá'u'lláh, exiliado de Persia por sus enseñanzas religiosas, estaba prisionero del tiránico y todopoderoso Sultán del Imperio Otomano. A pesar de estar en tales circunstancias, se dirigió a los gobernantes del mundo. Sus Tablas dirigidas a determinados reyes y al Papa, aun habiéndoles sido entregadas, fueron ignoradas o rechazadas. En una ocasión, su portador fue torturado y muerto.
Bahá'u'lláh, observando un mundo viejo y “a merced de gobernantes tan embriagados de orgullo que no pueden discernir claramente lo que más les beneficia a ellos mismos,” declaró que “la disensión que divide y aflige a la raza humana crece día a día. Los signos de convulsiones y caos inminentes pueden ya distinguirse, por cuanto el orden prevaleciente demuestra ser deplorablemente defectuoso.” Aunque describió el “castigo divino” que sobrevendría a la mayoría de aquellos gobernantes, no dejó duda alguna acerca de su resultado: “Pronto —declaró Él— el orden actual será enrollado y uno nuevo desplegado en su lugar.” Desde la ascensión de Bahá'u'lláh en Tierra Santa en 1892, el enrollamiento del orden viejo se ha convertido en la experiencia diaria de la humanidad, y no se percibe merma alguna en este proceso.
La esencia del Orden Mundial de Bahá'u'lláh es la unidad de la raza humana. “Oh vosotros, hijos de los hombres,” escribe Él, “el propósito fundamental que anima a la Fe de Dios y a Su Religión es salvaguardar los intereses de la raza humana y promover su unidad...” Y advierte: “El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad, son inalcanzables a menos que su unidad sea firmemente establecida.” El logro de esta unidad es la misión declarada por Bahá'u'lláh y el objetivo de toda actividad bahá'í.
En el siguiente pasaje de los escritos de Shoghi Effendi, bisnieto de Bahá'u'lláh y Guardián de la Fe Bahá'í, se hace un esbozo de esa unidad y se delinea su estructura:
“La unidad de la raza humana, tal como la concibe Bahá'u'lláh, implica el establecimiento de una mancomunidad mundial en la que todas las naciones, razas, credos y clases estén estrecha y permanentemente unidos, en que se salvaguarden completa y definitivamente la autonomía de sus estados miembros, la libertad personal y la iniciativa de los individuos que la componen. Por lo que podemos captar de ella, esta mancomunidad tiene que contar con una asamblea legislativa mundial, cuyos miembros, en calidad de albaceas de toda la humanidad, controlarán definitiva y enteramente los recursos de todas las naciones que la compongan y promulgarán aquellas leyes que sean necesarias para regular la vida, satisfacer las necesidades y ordenar las relaciones de todas las razas y pueblos. Un ejecutivo mundial, respaldado por una fuerza internacional, llevará a la práctica las decisiones que se tomen, aplicará las leyes aprobadas por esta asamblea legislativa mundial y salvaguardará la unidad orgánica de toda la mancomunidad. Un tribunal mundial juzgará y dictará sentencia firme y vinculante en todas y cada una de las disputas que surjan entre los diversos elementos que componen este sistema universal. Se ideará un mecanismo de intercomunicación mundial, que abarcará todo el planeta, estará libre de las trabas y restricciones nacionales y funcionará con maravillosa rapidez y perfecta regularidad. Una metrópolis mundial actuará como centro nervioso de una civilización mundial, como foco hacia el que convergerán las fuerzas unificadoras de la vida y del que irradiarán las influencias energizantes. Se inventará o se elegirá entre los idiomas existentes un idioma mundial y se enseñará en las escuelas de todas las naciones federadas como auxiliar del idioma materno. Una escritura mundial, una literatura mundial, un sistema monetario, de pesas y medidas uniforme y universal simplificará y facilitará el intercambio y el entendimiento entre las naciones y razas de la humanidad. En una sociedad mundial así, la ciencia y la religión, las dos fuerzas más poderosas de la vida humana, se reconciliarán, cooperarán y se desarrollarán armoniosamente. Bajo tal sistema, la prensa, al mismo tiempo que dará plena libertad a la expresión de los diversos puntos de vista y convicciones de la humanidad, dejará de ser maliciosamente manipulada por intereses creados, sean éstos privados o públicos, y se liberará de la influencia de los gobiernos y pueblos contendientes. Se organizarán los recursos económicos del mundo, se explotarán y utilizarán al completo sus fuentes de materias primas, se coordinarán y desarrollarán sus mercados y se regulará equitativamente la distribución de sus productos.
Las rivalidades, los odios y las intrigas nacionales cesarán, y la animosidad y el prejuicio raciales serán reemplazados por la amistad, el entendimiento y la cooperación interraciales. Las causas de la lucha religiosa serán definitivamente eliminadas, las barreras y restricciones económicas serán completamente abolidas y la excesiva diferencia entre las clases será suprimida. Desaparecerán la pobreza extrema, por una parte, y la exagerada acumulación de bienes por la otra. La enorme energía disipada y derrochada en la guerra, ya sea económica o política, se dedicará a aquellos fines que amplíen el alcance de las invenciones y el desarrollo técnico humano, al aumento de la productividad de la humanidad, al exterminio de las enfermedades, a la extensión de la investigación científica, a la elevación del nivel de salud física, a la agudización y refinamiento del cerebro humano, a la explotación de recursos no utilizados e insospechados del planeta, a la prolongación de la vida humana y al fomento de cualquier otro medio que pueda estimular la vida intelectual, moral y espiritual de toda la raza humana.
Palabras de Bahá'u'lláh
