El establecimiento de la Casa Universal de Justicia en 1963
Con la formación de la Casa Universal de Justicia en 1963, la Fe bahá'í entró en una nueva fase de su historia. La autoridad fluyó primero a través de la Manifestación de Dios (Bahá’u’lláh), luego a través del Centro de la Fe (‘Abdu’l-Bahá) y el Guardián de la Fe (Shoghi Effendi). Sin embargo, a la muerte de Shoghi Effendi y al establecerse la Casa Universal de Justicia, la comunidad bahá'í ya no recibe su orientación por cauces personales, orgánicamente vinculados a la Manifestación, sino a través de un cuerpo electo escogido por los propios bahá'ís.
La Relación de la Casa Universal de Justicia con los Cuerpos Nacionales y Locales
La relación entre la Casa Universal de Justicia y los cuerpos nacionales y locales de gobierno que la apoyan posee rasgos de extrema importancia. En una época en que la humanidad se despierta a nuevos poderes de razón y comprensión, Bahá’u’lláh presta atención especial al desarrollo de destrezas en la toma de decisiones que parten de la base misma de la sociedad. Por ello, el sistema administrativo bahá'í restituye la autoridad a los niveles nacionales y locales de gobierno a fin de crear nuevas pautas de interacción y participación, especialmente entre personas y grupos que históricamente se han visto excluidos de la toma de decisiones. En consecuencia, la responsabilidad de ejecutar los principios espirituales y sociales de Bahá’u’lláh reside fundamentalmente en las Asambleas Nacionales y Locales.
Corresponde a estos cuerpos asegurar que las indicaciones de Bahá’u’lláh para la renovación moral y la vida armoniosa de la comunidad sean puestas en marcha. Además, las instituciones nacionales y locales tienen encomendado asegurar que las comunidades bahá'ís promuevan los intereses y respeten las leyes de las localidades, regiones y naciones en que se encuentran. Bahá’u’lláh declara en términos enfáticos que Él solo escoge como dominio propio los corazones de los hombres. La lealtad y la obediencia al gobierno de la nación en que residen los bahá'ís, sean o no mayoría, son requisitos igualmente indispensables. En cada nación, la Asamblea Espiritual Nacional tiene la responsabilidad expresa de actuar de conformidad con este principio vital. En este sentido, la Casa Universal de Justicia sirve como última garantía de la adhesión de la comunidad bahá'í a las leyes y disposiciones de Bahá’u’lláh en todas las partes del mundo.
La Elección de la Casa Universal de Justicia
La Casa Universal de Justicia fue instituida en 1963, fecha en que miembros de las Asambleas Nacionales de toda la tierra, reunidos en una atmósfera de profunda reflexión y devoción, eligieron a nueve personas de entre los bahá'ís del mundo para ser miembros de dicha institución. A los ojos de los bahá'ís, este evento, y con más razón la designación de Shoghi Effendi como Guardián de la Fe, son los dos acontecimientos más destacados de la Edad Formativa de la Fe. Incluso la forma en que tuvo lugar la elección fue digna de una institución descrita por ‘Abdu’l-Bahá como la fuente de todo bien. El procedimiento electoral bahá'í, basado en votaciones secretas, prohíbe toda forma de designación y candidaturas, lo que permite las máximas garantías al elector, quien de esta forma se ve libre de las pugnas de poder tan propias de las elecciones políticas al uso. La elección de la Casa Universal de Justicia tiene lugar cada cinco años en el mismo ambiente de espiritualidad.
La Esencia de la Fe Bahá'í: La Unidad
Aparte de la importancia institucional que reviste, el establecimiento de la Casa Universal de Justicia encarnaba la característica primordial que los bahá'ís consideran la esencia de su Fe: la unidad. No importa cuán sincera y entregada sea, la fe por sí sola no puede garantizar que la unidad de una comunidad religiosa perdure. El surgimiento de la Casa Universal de Justicia como autoridad orientadora en todos los asuntos de la comunidad fue resultado directo de que la Fe bahá'í se mantuviera unida en lo que para toda religión es una de las fases más críticas de su existencia: sus primeros cien años, un período de especial vulnerabilidad a los cismas.
Poco después de su formación en 1963, la Casa Universal de Justicia escribía: "La Alianza de Bahá’u’lláh sigue intacta, y su poder omnímodo, inviolado. El cauce de guía divina, con el que se proporciona flexibilidad en todos los asuntos de la humanidad, permanece abierto mediante esta institución fundada por Bahá’u’lláh y dotada por Él de autoridad suprema y guía infalible". Para los bahá'ís, la promesa enfática de Bahá’u’lláh ya se ha visto realizada: "La Mano de la Omnipotencia ha establecido Su Revelación mediante unas bases duraderas. Las tormentas de la lucha humana carecen de poder para minar sus cimientos, como tampoco podrán las ilusas teorías de los hombres dañar su estructura."