El Báb: Precursor de Bahá'u'lláh
En cuanto al Báb - que mi vida sea sacrificada por Él - se levantó para proclamar su Causa siendo muy joven, cuando todavía no había cumplido más que veinticinco años de su bendita vida. Los propios shí'ís admiten que el Báb nunca llegó a realizar estudios en escuela alguna, ni había adquirido sus conocimientos por medio de ningún maestro. De ello dan suficiente testimonio los habitantes de Shiraz. A pesar de esas carencias, el Báb apareció de pronto ante su pueblo haciendo gala de la más consumada erudición. A pesar de no ser más que un mercader, logró desconcertar a todos los 'ulamás de Persia.
Completamente solo y de un modo que desafía la imaginación, alzó su Causa en medio de los persas, famosos por su fanatismo religioso. Con tal poder se alzó esa alma ilustre que los cimientos de la religión, moral, usos y costumbres de Persia se vieron sacudidos. El Báb instituyó una religión, leyes y preceptos nuevos. Por más que los hombres de estado, la casi totalidad del clero y las personalidades públicas se alzaron para aniquilarlo, Él solo les hizo frente, logrando así conmocionar a toda Persia.
Numerosos 'ulamás, personalidades y gentes diversas sacrificaron gozosos sus vidas por su Causa, apresurándose por alcanzar la plaza pública del martirio. Los doctores en teología, grandes personajes, el Gobierno y la nación entera ansiaban extinguir su luz. Mas no lo consiguieron. Su luna surgió, su estrella brilló, sus fundamentos fueron firmemente establecidos y su punto de amanecer lució resplandeciente. El Báb impartió la educación divina a una multitud ignorante, dando lugar a maravillosos logros en el pensamiento, moral, costumbres y condiciones generales de vida de los persas. Anunció a sus seguidores las buenas nuevas de la manifestación del Sol de Bahá, preparándoles para que creyeran en Él.
La consecución de tan magníficos resultados, los efectos producidos en el modo de pensar de las gentes, el establecimiento de los fundamentos del progreso y de la prosperidad por parte de un joven mercader, constituyen la mejor prueba de que éste fue un Educador perfecto. Una persona justa no podría dejar de creerlo así.