De Las Termópilas a Stalingrado: las batallas más épicas de la Historia
A lo largo de la historia, el ser humano ha participado en devastadoras batallas donde la estrategia militar y el coraje han marcado la diferencia entre ganadores y vencidos. Estas han sido algunas de las más épicas.
Las Termópilas
Se trata de uno de los conflictos más desiguales jamás conocidos. En el año 480 antes de Cristo, durante la Segunda Guerra Médica, se enfrentaron las polis griegas, con Esparta y Atenas a la cabeza, contra el Imperio Persa, liderado por Jerjes I. Los griegos llevaban en sus filas 2,000 soldados, mientras que los persas contaban con 400,000 hombres.
Esta clara desventaja les supuso la derrota tras cinco días de lucha. A pesar de su inferioridad numérica, lograron retrasar el avance de los persas, pudiendo así evacuar sus ciudades y preparar la defensa para la siguiente batalla. Y aunque fueron derrotados, el ejército espartano hizo de esta contienda un acontecimiento inolvidable para la historia de Grecia.
Batalla de Salamina
Otra gran contienda que también pertenece a la Segunda Guerra Médica es la batalla de Salamina. Después de que los persas saquearan Atenas, el panorama griego era muy desesperanzador.
Aun así, se reagruparon con sus aliados en la isla cercana de Salamina, donde Temístocles elaboró un plan para combatir la armada de 800 barcos de Jerjes. Gracias a la información falsa transmitida por un esclavo, los griegos atrajeron a los navíos persas a los estrechos canales de Salamina. Una vez ahí, fueron sorprendidos por una flota de unos 370 trirremes griegos, los cuales crearon una sola fila de batalla en el agua y comenzaron a abordar sus embarcaciones. La armada persa era tan grande que no podía maniobrar en el estrecho canal y pronto fue víctima del pánico. Mientras, desde un trono en lo alto de la montaña, Jerjes observaba con impotencia cómo se hundían 300 de sus navíos, y las demás embarcaciones se retiraron. Se dice que la batalla de Salamina salvó la cultura helénica de su aniquilación.
Batalla de Poitiers
Este enfrentamiento formó parte de la lucha contra la expansión musulmana. El 10 de octubre del año 732 se libró la batalla de Poitiers (o Tours) entre las fuerzas del Reino Franco y un ejército islámico del Califato Omeya. En este enfrentamiento, el líder de Al Ándalus, al-Gafiqi, resultó muerto y los francos salieron victoriosos.
Esta batalla es considerada un acontecimiento de gran importancia histórica, ya que frenó la invasión islámica hacia el norte desde la península ibérica, preservando, por lo tanto, el cristianismo como la fe dominante de Europa. Este fue el último intento del Califato Omeya de expandir la fe musulmana.
Batallas de la Guerra de los 100 años
Durante la Guerra de los 100 años (que en realidad duró 116 años, de 1337 a 1453), Juana de Arco recibió la misión divina de asistir a Carlos VII para liberar a Francia de la ocupación inglesa.
De este modo, el 29 de abril de 1429, Juana de Arco, con tan solo 17 años, lideró las fuerzas francesas para liberar la ciudad de Orleans, sitiada por los ingleses. Una vez allí, ella y sus tropas aprovecharon la distracción de los pelotones ingleses, entraron en la villa sitiada y les llevaron provisiones, animando a los franceses a resistir. Durante la semana siguiente se sucedieron varias batallas en las que Juana de Arco participó, y a pesar de que resultó herida con una flecha, continuó luchando. Diez días después, el 8 de mayo, concluyó el asedio a Orleans y los ingleses se retractaron.
Batalla de Stalingrado
Varios siglos después, durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar la batalla de Stalingrado, el 2 de febrero de 1943. Esta ciudad era un importante centro industrial y un núcleo de comunicaciones con los campos petrolíferos del Cáucaso; por ello, era uno de los principales objetivos del ejército alemán al invadir la URSS.
Sin embargo, la ofensiva de Hitler se convirtió en un fracaso bélico debido a las terribles condiciones provocadas por el invierno ruso. La lucha acabó produciéndose metro a metro y se calcula que hubo más de 2 millones de bajas. Los 91,000 alemanes supervivientes no tuvieron más remedio que rendirse. Su derrota se convirtió en el punto de inflexión de la invasión de la URSS y supuso un duro golpe del que el Tercer Reich nunca se recuperaría.