BREVE HISTORIA DE LA GOMERA
Las primeras referencias escritas que se conocen sobre la isla de La Gomera se remontan al mismo Ptolomeo, aunque su historia moderna se inicia con su conquista, uno de cuyos primeros intentos tuvo lugar entre los años 1404 y 1405 por exploradores castellanos. También se tiene conocimiento de una expedición anterior que llegó hasta sus costas en el siglo XII, y que fue enviada por Alfonso IV (el Benigno), rey de Aragón.
Los conquistadores encontraron La Gomera dividida en 4 reinos llamados Mulagua, Hipalan, Orone y Agana, equivalentes a los valles de Hermigua, San Sebastián, Valle Gran Rey y Vallehermoso (en este orden). También se cuenta que la conquista se realizó paulatinamente y sin demasiada resistencia, eso sí, los gomeros tenían fama de problemáticos debido a que se rebelaban ante la mínima injusticia cometida por los gobernantes.
Es durante el año 1445 cuando comienza un periodo de gobierno protagonizado por Hernán Peraza, quien legó el mando a su hijo también llamado Hernán, y durante cuya vida se dieron varias sublevaciones por parte de los aborígenes de la isla. El historiador Viera y Clavijo culpó a los legítimos habitantes de La Gomera de haber hecho mucho más difícil, sangrienta y dura su propia conquista, ya que terminaron con la vida del joven Hernán Peraza (casado con Beatriz de Bobadilla y posterior esposa de Alonso Fernández de Lugo y supuesta concubina de Cristóbal Colón), revuelta tras la cual Pedro de Vera encabezó una campaña punitiva contra los aborígenes.
En el año 1492, la expedición de Colón partía desde San Sebastián de La Gomera con rumbo desconocido, y que protagonizó el descubrimiento oficial de América. Desde este puerto también zarparon en dirección al Nuevo Mundo otros personajes ilustres, tales como Hernán Cortés, Núñez de Balboa y Francisco Pizarro.
El siglo XVI fue muy turbulento para la isla debido a las constantes incursiones de los corsarios, al servicio de las Coronas de Inglaterra y Holanda, pero el peor episodio en este sentido fue el sufrido a manos de las tropas argelinas que asolaron la isla en 1618. Una flota que desembarcó en la isla sin mayores sin apenas resistencia por parte de los gomeros, quienes se vieron obligados a refugiarse en las zonas altas. San Sebastián fue saqueada, y las casas de los nobles y los registros oficiales terminaron como pasto de las llamas. Un vestigio de las defensas ante estos frecuentes ataques es la Torre del Conde, las cuales nunca fueron suficientes para su protección.