OS LUSÍADAS Luís de Camoés (Canto Octavo XXVI a XXX)
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XXVI.
«Vé que á Silves tomando, al Moro engaña
Que antes la conquistó con fuerza ingente,
Don Payo de Correa, cuya maña
Y valor es envidia de la gente;
Y vé los tres que en Francia y en España
Hácense conocer perpetuamente
En torneos, en lucha, en desafíos,
Dejando en ellos fama de sus bríos.
XXVII.
«Con nombre los ve entrar de aventureros
Castiella do la prez solos llevaron,
De los juegos de Marte verdaderos,
Que de muchos con daño ejercitaron.
Ve muertos á los bravos caballeros
Que de los tres al principal retaron;
De Gonzalo Ribeiro esa es la alteza,
Y la ley del morir con él no reza.
XXVIII.
«Mira aquel que su fama tanto estiende
Que con ninguna antigua se contenta,
Y el pais, que de un hilo flaco pende,
Sobre sus hombros sólidos sustenta:
¿No le ves, de ira lleno, que reprende
La desconfianza vil, inerte y lenta
Del pueblo, y le somete al dulce freno
De su Rey natural, no del ajeno?
XXIX.
«Vé que por su consejo que tomaba,
De Dios guiado y do su santa estrella,
Puede lo que imposible se juzgaba:
Vencer al pueblo ingente de Castiella.
Vé, por industria suya y fuerza brava,
Otro estrago y victoria clara y bella,
En la gente feroz, cuanto infinita,
Que entre el Tartesio y el Guadiana habita.
XXX.
«¿Mas no ves cuasi aquí desbaratado
El poder Lusitano, por la ausencia
Del Capitan devoto, que apartado
Invoca en su oracion la Trina Esencia?
Vélo, con prisa de su gente hallado,
Que le dice que falta resistencia
Contra tal fuerza, y pídele que acuda
Para que á los ya flacos lleve ayuda.»
